OPINIÓN

El lecho de Procusto

COLABORADOR INVITADO / Paco Álvarez EN REFORMA

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En Ática, cerca de Atenas y Eleusis al sur de Grecia, existió Damastes, propietario de una hospedería muy peculiar. Este posadero ofrecía una suculenta cena a los viajeros y después los llevaba a una habitación con una cama especial en la que los peregrinos tenían que caber a la perfección; a los que eran demasiado altos les cortaba los pies con un serrucho y a los demasiado cortos los estiraba hasta que daban justo con el tamaño de la cama. A Damastes, por esta cruel forma de vida le llamaron Procusto, el estirador.