OPINIÓN

El oscuro legado de Boris

Isabel Turrent EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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A fin de cuentas, esa mañana del 5 de julio en el 10 de Downing Street, la desbandada del gabinete del primer británico, Boris Johnson, que acabó con su gobierno y que desató la renuncia de su canciller, Rishi Sunak, y del secretario de Salud, Sajid Javid, le cobró su falta de ética. No fueron sus muchos errores políticos y su incapacidad para tomar decisiones económicas que han dejado a Gran Bretaña a la deriva: sus colaboradores le reprocharon su deshonestidad personal. Habían tenido suficiente de mentiras seriales y engaños, de pisotear leyes y reglas -algunas dictadas por el mismo gobierno-, de su irresponsabilidad casi genética para asumir sus errores que puso siempre en manos de otros, que tenían que enmascarar sus equivocaciones y mentiras frente a cámaras y micrófonos.