OPINIÓN

El precio del desprecio

Francisco Martín Moreno EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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Cuando Porfirio Díaz, el golpista, derrocó en 1876 al gobierno constitucional de Lerdo de Tejada, supo medir a la sociedad y con el apoyo de las Fuerzas Armadas se eternizó en el poder en condiciones trágicas, hasta mayo de 1911. El tirano sabía lo que hacía y cómo lo hacía. Victoriano Huerta despreció la respuesta de la nación al mandar asesinar a Madero y a Pino Suárez en 1913. La terrible equivocación costó cientos de miles de muertos y la destrucción del país. La diarquía Obregón-Calles también se apoyó en el Ejército, sí, pero cuando Obregón desdeñó a quienes le rodeaban y a sus enemigos, pagó un elevado precio al ser masacrado en la Bombilla en julio de 1928, después de haber violado el principal postulado de la revolución: Sufragio Efectivo, No Reelección, un principio que, por cierto, ya no aparece en la antefirma de los oficios del actual "gobierno", por llamarlo de alguna manera. ¿Por qué...? Calles, el Jefe Máximo, fue expulsado del país por Lázaro Cárdenas en 1936, solo para que este último colocara las primeras piedras de la "Dictadura perfecta" que duraría más de la mitad del siglo XX.