OPINIÓN

En defensa del voto

Isabel Turrent EN REFORMA

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El talón de Aquiles de todos los sistemas políticos que la humanidad ha inventado desde que pasó del nomadismo recolector al sedentarismo agrícola, ha sido el problema de la sucesión. Algunas oligarquías lograron mantener la estabilidad por decenios o siglos -como algunas ciudades Estado en lo que sería desde el siglo XIX Italia- para fragmentarse inevitablemente cuando los clanes familiares que las formaban empezaron a luchar entre sí y el poder se pulverizó o derivó en el gobierno de un solo hombre. Y las sociedades gobernadas por un solo hombre -y unas cuantas mujeres- a lo largo de la historia mantenían la estabilidad política mientras duraba el carisma del líder o la diosa fortuna las premiaba con sucesores con talento para gobernar.