OPINIÓN

La justicia contra los derechos

Carlos Bravo Regidor EN REFORMA

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Fueron tres veces en un mes. La primera fue con los policías federales que se manifestaron para objetar los términos de su incorporación a la Guardia Nacional. La segunda, con los campesinos que organizaron bloqueos de carreteras en Guerrero para exigir la entrega de fertilizantes. Y la tercera, esta semana, con la "ley garrote" que criminaliza la protesta social en Tabasco. Con cada una, López Obrador ha ido escalando un discurso de aliento francamente antidemocrático. De entrada, asegura que la libertad de las personas es sagrada, que nunca se violarán sus garantías, que este gobierno no reprime. Variaciones, ya se sabe, de su emblemático "con todo respeto" -que en el vernacular lopezobradorista más bien quiere decir "¡ahí va el golpe!"-. Acto seguido fustiga a los inconformes. Advierte que sus reclamos no son justos, acusa que los están manipulando, los conmina a entender que el país ya no es el de antes. Les contesta, pues, no como si fueran ciudadanos a los que sirve sino como si fueran adversarios contra los que lucha. Y sentencia, por último, que no hay de otra. Las cosas van porque van, "el pueblo" ya cobró conciencia y pone a cada quien en su sitio, no nos van a doblegar. La señal es clara, categórica: para el Presidente la única justicia posible es la que él encarna.