OPINIÓN

La opción preferencial

Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

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A juicio del presidente López Obrador, las armas son la verdadera garantía de lo público. La forma de asegurar que sus obras predilectas permanecerán en la órbita del Estado es entregándoselas al Ejército. Para convertir en irreversible una decisión política, hay que ceder su dominio a las corporaciones militares. En el momento en que los uniformados tengan el control de un ámbito de la política pública, podemos estar confiados de que no se revertirá jamás. La racionalidad de la decisión es clarísima: bajo el control de los soldados se aleja definitivamente la tentación privatizadora. Contra el neoliberalismo, la advertencia de los cañones. No es la ley lo que garantiza la permanencia de lo público. Ni siquiera si se instala en el texto de la Constitución podría asegurarse su cuidado. Lo público está al cuidado de quienes cargan las armas. No es el trazo cuidadoso de su configuración institucional, no es tampoco el testimonio de su eficiencia: es que los soldados resguardan las obras y que atreverse a cuestionar su gestión implicaría enfrentarse a los fusiles.