OPINIÓN

La sucesión y las formas

Carlos Bravo Regidor EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, es la candidata de López Obrador para el 2024. Los presidentes de antes también tenían a sus favoritos aunque, a diferencia del actual, disimulaban muy celosamente sus inclinaciones. El llamado "juego del tapado", inmortalizado en las caricaturas de Abel Quezada, fue uno de los rituales paradigmáticos del presidencialismo posrevolucionario. Por un lado, servía para procurar estabilidad en un momento por demás propicio para las turbulencias e, incluso, para el descontrol; por el otro, funcionaba como un arreglo que evitaba distracciones y desgastes -para el Presidente, su preferido, su gabinete, su partido y, en general, para la clase política-. Era un método autoritario pero eficaz, al menos en sus términos, de gestionar el conflicto sucesorio. No de evitarlo (porque incluso en los regímenes más autocráticos ese conflicto es inevitable), tampoco de garantizar que el mandatario en turno se saliera siempre con la suya (sabemos de sobra que no era así), sino de darle un cierto orden: tiempos, lógica, cauce.