OPINIÓN

Latidos

TOLVANERA / Roberto Zamarripa EN REFORMA

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El virus bifurca, cercena, extiende una franja de separación que repliega y enfurece. El país del confinamiento supura desconfianza, miedo, desazón. Y en la combinación de sentimientos se encarama la rabia y el fanatismo. Los políticos se pertrechan atrás de las camillas, sacuden las batas, escudriñan los esparadrapos y regatean los respiradores. Abajo, energúmenos desatan furia contra personal médico que se bate al día con uniformes de papel. Los políticos contagian su rabia.