OPINIÓN

Gracias a la tragedia ática, por primera vez alguien se convierte en "otro" en escena, y al público le ocurre lo mismo

Los persas

Jorge Volpi EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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El surgimiento y esplendor de la tragedia griega coincide justo con el de la democracia ateniense. Entre las primeras Dionisias, celebradas hacia el 534 a. C., bajo la tiranía de Pisístrato, hasta la derrota ateniense tras la Guerra del Peloponeso, en el 404 a. C., se escribieron un millar de ellas. Por desgracia, no han sobrevivido más que treinta y dos obras de solo tres autores: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Imposible saber si fueron los únicos grandes maestros de su arte y tampoco si conservamos las mejores de sus catálogos. Pese a su fugacidad, la tragedia ática supuso un avance abismal en la manera de representar los conflictos humanos: gracias a ella, por primera vez alguien se convierte en otro en escena -un criminal, una mujer, un bárbaro, un enemigo- y al público le ocurre lo mismo.