OPINIÓN

Colaboradora Invitada. Trabajar en la cultura y educación de nuestra niñez para eliminar patrones violentos debe ser parte del trabajo

Ni una más

COLABORADOR INVITADO / Eunice Rendón EN REFORMA

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El trágico final de la historia de vida de Ingrid se une a la de Mara, Jessica, Mía, Lesvy, Mariana, Abril y miles de mujeres más, que han sido asesinadas de manera atroz y violenta en razón de su género en México. Sí, por ser mujeres las han matado intencionalmente, tras actos de violencia sexual, amenazas, hostigamiento, maltrato y privación de comunicación, entre otros. Siendo, en la mayoría de los casos, su pareja o personas cercanas, los victimarios. Tipificarlo como feminicidio es el resultado de la larga lucha de muchas mujeres y víctimas y resultado de la sentencia de la Corte Interamericana al Estado mexicano para visibilizar el fenómeno y subrayar la anormalidad del mismo. En un país en el que este delito ha aumentado 137% en los últimos cinco años, en el que diariamente son privadas de la vida una decena de mujeres, en el que seis de cada diez han sufrido algún tipo de violencia, en el que cuatro de cada diez han sido violentadas por su pareja, en el que la cultura machista es una realidad tangible y en el que aparecen cuerpos de mujeres sin vida, con marcas de tortura y sufrimiento de manera frecuente, reconocerlo como feminicidio es un acto necesario.