OPINIÓN

Platón en Managua

Jorge Volpi EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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Primero tragedia, luego farsa. La frase de Marx no deja de verificarse solo que, en el caso de Daniel Ortega, la repetición es una farsa trágica o, más bien, sangrienta. Tras haber sido uno de los líderes más visibles de la revolución sandinista en contra del dictador Anastasio Somoza en los años ochenta, de convertirse en Presidente tras la victoria guerrillera y de entregarle el poder a Violeta Chamorro en las elecciones de 1990, su obsesión por el poder lo ha llevado a transformar el FSLN en su reverso: un partido acomodaticio y corrupto, dispuesto a pactar todo tipo de medidas para sobrevivir -como la derogación del aborto-, cada vez más cercano a un populismo de derechas con un discurso cada vez más edulcorado. Y, desde que ganó las elecciones de 2006, no ha hecho otra cosa que tomar medidas cada vez más autoritarias a fin de conservar a toda costa su poder.