OPINIÓN

Política sellada al vacío

Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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La política de la fe es política a ciegas. No necesita abrir los ojos. Lo que sabe es suficiente para decidir. Y lo que decidió una vez es lo que ha de sostener siempre. No importa lo que suceda, hay que continuar siempre con la misma estrategia. En esa política no se asoma ninguna curiosidad por el mundo. El hombre de la fe no se interroga con interés auténtico sobre lo que acontece porque busca solamente confirmación de su credo. Si alguien tiene una idea distinta a la suya, no busca las razones de la persuasión contraria. Si aparecen datos que contradicen su perspectiva, no coteja su información. Todo ratifica su prejuicio, todo refuerza su convencimiento. El mundo ha sido descifrado de una vez y para siempre y todo se amolda a su plantilla. Esa política entumecida no requiere agilidad sino tenacidad. Solamente hay que mantenerse firme y no alterar el rumbo, pase lo que pase. Puede topar con pared y el conductor no moverá el volante, ni mucho menos dará reversa. Insistirá que avanza de acuerdo con el plan, que los que están detenidos son los otros, y que las fotografías que muestran el coche parado no son más que parte de una campaña de desprestigio. Quienes adviertan que el vehículo no avanza serán tachados de inmediato como los malvados que no reconocen la marcha de la justicia. No hay hecho que haga reconsiderar al hombre de fe. Todo lo que acontezca fortalecerá su determinación de seguir haciendo exactamente lo mismo.