CULTURA

'Somos como ratoncitos'

Silvia Isabel Gámez

Cd. de México (23 septiembre 2015) .-00:00 hrs

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A Jorge Aguilar Mora (Chihuahua, 1946) le gustaría que este ensayo fuera leído como una novela. Porque en Sueños de la razón. Umbrales del siglo XIX: 1799 y 1800 cuenta la historia de la ciencia, la filosofía, el arte encarnada en personajes como Goethe, Napoleón y Humboldt.

El proyecto nació junto con su hijo, Diego, en 1992. Quiso escribirle una larga carta diciéndole quién era, y para eso debía contarle también los valores en los que creía. Durante años leyó, reflexionó, tomó notas; así surgió la idea de narrar los hechos, el pensamiento, los sentimientos del siglo 19, año por año.

"La historia es muy compleja, uno nunca llega a saber todo lo que sucede", reconoce el autor.

Dedicar un ensayo a cada año -de 120 páginas en promedio- le permite mostrar sus limitaciones, recuperar aquellas ideas que inicialmente pasó por alto. "¿De qué manera se aprende? Reconociendo que uno es ignorante. Y no es modestia".

Desconoce por qué unos personajes se impusieron a otros. Hay un espacio, afirma, en que la escritura decide. "Uno va de la mano de quién sabe qué".

Aguilar Mora imaginó un narrador anónimo y ubicuo, acotado a su presente, que establece conexiones entre figuras como los hermanos Schlegel, Schelling y Hölderlin, para poder contar esos años.

"Hay un constante guiño a que el autor está escribiendo en el siglo 21", señala. Su narrador es alguien que se sabe limitado, explica, al tiempo que profundiza en las ideas, un "profeta del pasado".

Al escribir este primer volumen de Sueños de la razón, publicado por Era, descubrió que los dilemas de aquella época frente a la naturaleza, la tecnología, la religión, se repiten en la actualidad. "Nos hacemos las mismas preguntas. Somos como ratoncitos, dando vueltas en su jaula".

Para Aguilar Mora, su condición de extranjero: en Estados Unidos, donde vive desde hace casi 40 años, y en México, siempre nuevo a sus ojos, ha resultado un estímulo creativo.

"De haberme quedado aquí me hubiera suicidado", dice. "Vivir en una república de las letras me daba escalofrío. Era un mundo muy endogámico".

Se había peleado con Carlos Monsiváis, estaba distanciado de Octavio Paz, y todo eso hacía que sus posibilidades de trabajo no fueran muchas, refiere. "Lo que me arraigó (en Estados Unidos) fue mi hijo, eso hizo que me quedara. Contaba con un empleo seguro para mantener a una familia y sostener a mi madre, había entonces que estar fuera".

El profesor emérito de la Universidad de Maryland no advierte una obsesión que atraviese sus ensayos, novelas y libros de poemas, títulos como La divina pareja: historia y mito en Octavio Paz (1978), Stabat Mater (1996), Los secretos de la aurora (2002) y El silencio de la Revolución y otros ensayos (2011).

Llega a un género, cuenta, sólo después de darle muchas vueltas a las frases, a la imagen. "Luego hay que escribir y tirar muchísimo". Observa el ejemplar de Sueños de la razón y afirma: "Diez veces más de lo que está ahí".

Ya tiene listos para publicar los años de 1801 y 1802, pero aún no cuenta con editorial. Asegura que no le angustia la posibilidad de dejar el proyecto inconcluso.

"Voy a seguir escribiendo y gozándolo. Esto le da sentido a lo que vivo, y con eso basta".