OPINIÓN

Tiempo de hablar

Carmen Aristegui F. EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
La detención y reclusión de Rosario Robles es el acto político judicial de más alto impacto en los últimos años en México, solo comparable a la detención del abogado Juan Collado relacionado con los personajes más influyentes y poderosos de la política mexicana. Las dos detenciones, más los procesos abiertos a Emilio Lozoya, Alonso Ancira y los de ex gobernadores han abierto la expectativa de que, en algún momento, estos y los procesos que vengan deriven en investigaciones no aisladas sino con vasos comunicantes, a la manera de maxiprocesos como los que han tenido lugar en otras partes del mundo y con procesamiento de cientos de políticos, empresarios, juzgadores, criminales, etcétera, participantes en redes de corrupción, colusión y delincuencia. En estos procesos se privilegia la colaboración de gente imputada a cambio de beneficios judiciales para aquel procesado que lleve a otros miembros de la red criminal y aporte informaciones y evidencias que permitan desmantelar o sentenciar a responsables. Acabamos de ver un caso tipo, con el juicio en Nueva York a El Chapo Guzmán, donde no solo enemigos, sino sus más cercanos colaboradores, participaron definitivamente para refundir al capo.