OPINIÓN

Un destructor olvidado

Enrique Krauze EN REFORMA

4 MIN 00 SEG

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Hace muchos años, hubo un político de la Revolución que quería elevar la moral del mexicano. Quería transformarlo, purificarlo, redimirlo. Se llamaba Tomás Garrido Canabal. Fue muy popular y poderoso. Ocupó tres veces (una de ellas interina) la gubernatura de Tabasco. Como otros jefes y caudillos de aquel tiempo, estaba convencido de que la raíz de todo mal en nuestro país era la fe católica y la Iglesia. Por eso se propuso reducirlas, literalmente, a cenizas, y sustituirlas con una fe "racional" y una nueva iglesia. Los panegiristas de Garrido hablaban de su gobierno como "el Belén del amanecer socialista en América".