OPINIÓN

Un plan local

Ana Laura Magaloni Kerpel EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Una crisis económica necesariamente está inserta en una crisis de incumplimiento de contratos. Para las empresas, las políticas de confinamiento del calibre de las que estamos viviendo generan casi inmediatamente una gran ola de incertidumbre contractual. Muchas transacciones quedan suspendidas, pendientes, inciertas. ¿Podrá o no pagar mi arrendador? ¿Llegará o no la materia prima? ¿Cuánto tiempo puedo pagar el sueldo de mis trabajadores sin que existan ventas? ¿Qué pasa con mis obligaciones contractuales cuando otros no cumplieron lo que les toca y, por lo tanto, yo no puedo cumplir? ¿Cómo hacer frente a mis obligaciones sin quebrar la empresa? Hoy, en el mundo, al mismo tiempo, nadie sabe con certeza si podrá cumplir con sus obligaciones contractuales ni tampoco si su contraparte lo hará. Ello le sucede desde a la dueña de una estética en la Ciudad de México, hasta cualquier empresa global que haya tenido que frenar total o parcialmente sus operaciones. Esta incertidumbre jurídica impone un freno severo a la productividad de las empresas y afecta de manera mucho más grave a las pequeñas y las medianas. Si no se atiende rápidamente, el incumplimiento de contratos termina quebrando a miles de empresas, y con ello se pierden abruptamente millones de empleos.