OPINIÓN

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Guadalupe Loaeza EN REFORMA

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"¿Falda o pantalón?", me pregunto todas las mañanas antes de vestirme. Confieso que prácticamente diario me inclino por la segunda opción. ¿Por qué? Porque no hay nada más práctico, confortable, pero sobre todo, liberador que usar pantalón, no en balde ahora a esta prenda se le conoce como el símbolo del feminismo. No hace mucho, las mujeres no contábamos con esa libertad. Cuántos novios todavía en los ochenta le sugerían (suplicaban) a su pareja no usarlos. Para estos retrógradas significaba ser poco femenina, demasiado liberal. "¿Para qué ocultas tus piernas tan bonitas con esos pantalones?", "Me gustas más con tus faldas amplias", "De pantalones te ves muy marimacha", etcétera, etcétera.