OPINIÓN

La propia elección del término "austeridad" apunta al castigo corporal o a la contención

Austeridad

Jorge Volpi EN REFORMA

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Tras la Gran Recesión del 2007-2008, un fantasma recorrió el mundo: el de la austeridad. Endeudados, vapuleados y con altísimas cifras de desempleo, los países más afectados, como España o Grecia, fueron obligados a realizar brutales recortes en sus aparatos estatales con la esperanza de disminuir la carga burocrática y emprender un camino hacia el crecimiento y la recuperación. No era, por supuesto, la primera vez que el modelo neoliberal se empeñaba en reducir al Estado -su lema siempre fue: "el Estado es el problema"-, pero sí una de sus acciones más drásticas. Con la lejana inspiración de Reagan y Thatcher, o de Hayek y Friedman, los organismos financieros internacionales presionaron a estas tambaleantes economías para forzarlas a aplicar medidas draconianas sin tomar en cuenta sus consecuencias sociales.