OPINIÓN

El Gran Distractor

Denise Dresser EN REFORMA

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Para alguien que se jacta de cuán bien va el país y cuán felices somos todos bajo su liderazgo, López Obrador ha resultado ser un Presidente perturbado. Demasiado suspicaz, frecuentemente histriónico, presa de una peculiar paranoia que Elías Canetti describía como enfermedad del poder. Un hombre que se fogueó en la persecución política del desafuero ahora exhibe sus cicatrices. AMLO, habitante de un mundo conspiratorio donde los villanos triunfan y los héroes terminan asesinados o removidos del poder o víctimas de un golpe de Estado. AMLO, presa de un delirio de grandeza que lo hace compararse con Jesucristo o Francisco I. Madero e imaginar que conjurará enemigos de la misma talla, obsesionados en acabar con él como lo hicieron con ellos. AMLO imaginándose tan transformador como el hijo de Dios y anunciándonos que morirá así, en la cruz, moralizando a México.