OPINIÓN

¡¡¡Fachos!!!

Guadalupe Loaeza EN REFORMA

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Eran pasadas las tres de la tarde del viernes 5 de junio. Estábamos a punto de empezar a comer, de pronto, se escuchó un derrumbe de vidrios rotos. "¡Ya llegaron!", exclamé aterrada. Como de rayo, nos dirigimos hacia el balcón. En efecto, desde el tercer piso, advertimos la manifestación de jóvenes, en apoyo de Giovanni López, un hombre de 30 años, detenido en Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco, por no llevar cubrebocas; debido a los golpes de los policías, que le causaron un traumatismo craneoencefálico, Giovanni murió el 4 de mayo. Unos días antes, George Floyd había muerto por un policía de Minneapolis, asesinato que indignó no nada más a Estados Unidos, sino a todo el mundo con grandes actos de protesta por la violencia de las policías. Ya sabíamos de la manifestación, desde las 11 de la mañana empezaron a llegar algunas advertencias de la alcaldía Miguel Hidalgo: "Informamos que a las 2:20 p.m. del día de hoy... concluyó la concentración de personas afuera de la Casa Representación del Gobierno de Jalisco en la Ciudad de México, ubicada en Campos Elíseos 11, Polanco V Sección, esquina con Spencer y Rubén Darío". Lo que no sabíamos era que se trataba de una "protesta y el vandalismo", como escribió en un tuit, al otro día de la marcha, el embajador de Estados Unidos, compuesta por "una banda de anarquistas violentos". De repente, subió el portero, blanco como la hoja de un papel, para avisarnos que habían roto todos los vidrios de la planta baja, incluyendo los espejos y que había muchas pintas en las paredes de nuestro edificio y de los demás: "Fachos", "Blancos de mierda", "Fuego a la burguesía", "Para que seas rico hacen falta más pobres". "Blancos de Mierda". "¿Cómo se ve el hambre desde el balcón?". "El dinero, es el virus". "Fascistas de mierda. Por aquí pasó el Antifa", etcétera, etcétera. Que yo recuerde, es la primera vez que hay pintas así de agresivas. Es cierto que el racismo ha existido por siglos, pero no hay duda que Trump y AMLO los instrumentalizan para prender a sus bases. Después de las 4 de la tarde la alcaldía mandó otro comunicado, esta vez sí se refería concretamente a la manifestación violenta: "Algunos de ellos se encuentran realizando actos vandálicos. Es importante evitar la zona. Por favor eviten a toda costa la interacción con manifestantes". Todo me pareció muy extraño. Muy planeado y a la vez sumamente confuso. Confieso que no le tengo la menor confianza al alcalde morenista de la Miguel Hidalgo, Víctor Romo. Lo conozco bien y siempre me ha parecido turbio y no muy honesto. Conforme pasaban las horas, seguía recibiendo tuits de los vecinos: "En la glorieta de Agustín Lara, fue el principio de la batalla. Los granaderos no portan armas y más bien se defienden con macanas. Los expertos delincuentes que vimos aquí, rompiendo, arrancando, pintando fueron repelidos por los granaderos, quienes tuvieron que apagar varios pequeños fuegos". Otro: "Aquí en Campos Elíseos después del desastre como por arte de magia llegó un contingente de la delegación a limpiar, barrer, despintar y poner tapiales donde rompieron cristales, etcétera". Al leer lo anterior, intrigada le llamé al administrador del edificio y me dijo que minutos después de que había terminado el caos y que apenas los manifestantes se encontraban en Mariano Escobedo, se presentó el señor Carlos Ferrer de la alcaldía, para avisarle que ellos pagarían todo: vidrios rotos, espejos, pintura para tapar las pintas y demás desperfectos. "No importa lo que cueste, nosotros absorbemos todos los gastos", le confirmó. Era tal su seguridad y buena voluntad, que se hubiera dicho que ya tenían prevista una partida especial para todos los daños. Es obvio que la alcaldía ya sabía lo que iba a pasar con la marcha, no en balde, quitaron los coches estacionados frente al bosque, una ruta perfecta para el regreso de los manifestantes y de los granaderos; no en balde, media hora antes del caos, tapiaron en un dos por tres la representación de la Casa Jalisco y se reunieron de una forma muy organizada decenas de granaderos y, no en balde, se acabó todo, cuando los manifestantes, en sus mochilas repletas de celulares y botes de aerosol ya no tenían piedras que lanzar contra los fachos blancos que viven en Polanco...