OPINIÓN

Tiempo suspendido

Guadalupe Loaeza EN REFORMA

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El peor momento del día es después de comer, de pronto me invade un extraño sopor, sentada en el sillón, empiezo a dormitar y a soñar cosas extrañas. Ayer, por ejemplo, soñé que estaba en París, me veía caminando por los Campos Elíseos totalmente vacíos. No hay una sola alma. "Reste chez toi!", me ordena en francés una voz que viene de un altoparlante. "Je suis chez moi", balbuceo en tanto camino y camino con un miedo pavoroso. Súbitamente abro los ojos, y efectivamente confirmo que estoy en mi casa, en Campos Elíseos pero en Polanco y siento el mismo miedo con el que me soñé. Reflexioné que me encontrara donde me encontrara en cualquier parte del mundo, me invadiría la misma angustia por no saber hasta dónde nos llevará la pandemia del coronavirus.