OPINIÓN

Quizá entre los efectos del Nobel de Abiy Ahmed esté la solución a otros conflictos muy longevos

¿Por qué nos interesa el Nobel de la Paz?

COLABORADOR INVITADO / Diego Gómez Pickering EN REFORMA

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El próximo 10 de diciembre, al interior del icónico edificio del ayuntamiento de la capital noruega, se entregará el Premio Nobel de la Paz al Primer Ministro etíope, Abiy Ahmed. Con 43 años y escasos 18 meses al frente del gobierno del país africano, Ahmed ha despertado curiosidad e inspirado varios litros de tinta como flamante miembro de uno de los clubes más exclusivos del ámbito de la política internacional. Cuando se anunció su nombre la semana pasada en Oslo, no fueron pocos los que mostraron desconcierto. Las casas de apuestas, uno de los principales indicadores que anualmente anteceden el anuncio de los galardonados, abogaban por la adolescente sueca Greta Thunberg, conocida mundialmente por su movimiento estudiantil contra la emergencia climática; poca ventaja daban al político subsahariano. Afortunadamente, estaban equivocadas. El azar favoreció a África, como pocas veces lo hace.