OPINIÓN

Rehenes

Carlos Bravo Regidor EN REFORMA

3 MIN 30 SEG

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La sucesión presidencial tiene copada la agenda pública. El país nacional sigue su curso cotidiano, pero el foco de la atención está muy decididamente concentrado en el espectáculo del país político. Por un lado es normal, predecible, cada fin de sexenio es lo mismo; por el otro lado, no deja de ser sorprendente, perturbador incluso, lo desconectado que el ritual de cada seis años luce en esta ocasión de los recalcitrantes temas de siempre: de la criminalidad y la violencia, la corrupción y la impunidad, la desigualdad y la pobreza. Los procesos para definir las candidaturas presidenciales se revisten de eufemismos, la simulación impera lo mismo entre contendientes que autoridades. Sin embargo, nadie intenta siquiera disimular lo desfondada que está la disputa: no hay asuntos, no hay diagnósticos, no hay proyectos. Las campañas se reducen a tener dinero y mostrar músculo; los aspirantes no proponen más que lugares comunes y vaguedades. En la coalición oficial optan por hacer como si no hubiera problemas; en la alianza opositora, como si pudieran ahorrarse las soluciones. Los mexicanos somos rehenes de su frivolidad.