OPINIÓN

Saramago besa mejor

Alma Delia Murillo EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
Tenía veinte años y unos ímpetus de fiera cuando me atreví a pedirle a Saramago que me diera un beso. Sí, me refiero al escritor. Había venido a México en 1998 porque le interesaba el movimiento zapatista y yo recién había leído Ensayo sobre la ceguera y estaba deslumbrada ante una cabeza que había podido concebir semejante pandemia de ficción. Quién iba a decir que más de veinte años después, veríamos con nuestros propios ojos una pandemia hecha de realidad y no de literatura.