OPINIÓN

Comunicar la pandemia

Carlos Bravo Regidor EN REFORMA

Icono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redesIcono para compartir en redes
¿Quién comunica mejor? ¿Una persona que habla menos de cinco minutos, dos o tres veces a la semana, y que diseña con cuidado sus mensajes? ¿O varias personas que hablan más de una hora, todos los días, e improvisan sus mensajes sobre la marcha? Decía Paul Watzlawick que no existe tal cosa como el proceso de no comunicar: todo, de un modo u otro, comunica. Pero tal vez sí existe el acto de comunicar en exceso. No me refiero a hablar mucho y decir poco; tampoco al hablar desordenado de quien como dice una cosa dice la otra. Me refiero a lo que ocurre cuando se dicen tantas cosas que al final resulta difícil saber, bien a bien, qué fue lo que se dijo entonces. Dar demasiada información también puede ser una forma, involuntaria o deliberada, de desinformar. Por eso en la comunicación, lo mismo que en la arquitectura y otras disciplinas, hay una fórmula que expresa con elocuente sencillez la crucial relación que a veces existe entre la economía y la efectividad: menos es más.