OPINIÓN

El clima de Laurie Anderson

ANDAR Y VER / Jesús Silva-Herzog Márquez EN REFORMA

3 MIN 00 SEG

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Cuando el museo Hirshhorn de Washington le propuso a Laurie Anderson una muestra retrospectiva, la artista se sintió incómoda. Tenía cosas que hacer y no le interesaba regresar a sus viejos trastos. No le atraía la idea de hacer catálogo de sus juegos sonoros, no le veía sentido a desempolvar sus proyecciones. ¿Para qué volver a tocar el violín que tocaba sobre patines de hielo en Italia, para qué desplegar los instrumentos que ha inventado a lo largo de los años? Le hizo entonces una contrapropuesta a los curadores: ocupar el anillo del segundo piso del museo para exponer sus exploraciones más recientes. La artista no se dejó tentar por esa especie de consagración o de obituario que es la retrospectiva y se aferró a lo suyo: el experimento.