OPINIÓN

La novela de Rosario

Jorge Volpi EN REFORMA

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Los villanos ejemplares son siempre necesarios. Concentran todos los males de una época y dirigen los reflectores sobre sus peores vicios; distraen la atención de figuras igual de perversas o despreciables; son blanco del rencor acumulado por tantas otras vejaciones o abusos; y, en fin, nos llevan a olvidarnos de nuestros demás problemas. No deja de resultar significativo que, en estos últimos años, nuestros grandes villanos sean villanas: Elba Esther Gordillo y Rosario Robles. Una y otra se han convertido en esos monstruos imprescindibles: ello no quiere decir que no sean culpables de los crímenes que se les han achacado -lo más probable es que lo sean-, pero llama la atención que se trate de dos mujeres que no encajan con los parámetros de nuestra sociedad machista, mientras decenas de hombres tanto o más corruptos que ellas se mantienen en su cómoda impunidad.