OPINIÓN

Nunca con Domingo

Guadalupe Loaeza EN REFORMA

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"Nunca con Domingo a solas, mucho menos en un elevador o camerino, nunca cenar con él, nunca usar el baño cercano a su oficina y menos contestar sus llamadas tarde en la noche; si te invita a comer, no tomes alcohol; que la cita mejor sea en un lugar público; no aceptes encuentros para que te dé consejos profesionales; si está presente su esposa, mejor; cuando está ella, no se atreve a besuquearte, a meterte la mano debajo de la falda y a manosearte los pechos, y por supuesto nunca aceptes una selfie, porque en seguida te da un beso todo ensalivado...", he aquí la tradición oral de advertir a las mujeres sobre Plácido Domingo, sobre todo a las más jóvenes que apenas empezaban su carrera en la ópera. Su comportamiento del típico "Don Giovanni", mejor conocido como "el libertino castigado", de la ópera de Mozart, era conocido por todos, era un "secreto a voces". Desde músicos hasta tramoyistas comentaban la obsesión de Domingo por perseguir impunemente a las mujeres. Y entre más rehusaban sus acosos, más insistía Domingo y les cantaba al oído El beso, de los Churumbeles, y las tomaba por la cintura y les besaba los hombros y les prometía meterlas al coro de la Ópera de Los Ángeles.